Quiero empezar exponiendo la premisa de partida sobre la cuál se asientan los actuales estudios científicos sobre el estrés.
Es super importante que tengamos claro que no existe una división real entre mente
y cuerpo, lo cual se justifica con las existentes interconexiones entre el
cerebro, el sistema nervioso y los sistemas endocrino e inmune (Maier,
Watkins y Fleshner, 1994). Nuestra forma de pensar, creencias y
sentimientos son productos de la actividad bioquímica en las células nerviosas
de nuestro cerebro, la cual se expresa dentro de los sistemas endocrino e
inmune determinando el estado de salud del individuo.
De hecho, la evidencia científica actual, demuestra que, modificando nuestros pensamientos,
estamos modificando nuestra biología (Kiecolt-Glaser, McGuire y Robles,
2002). En base a estos conocimientos radica la utilidad de la práctica de
técnicas de meditación en el contexto terapéutico, las cuales han demostrado,
a través de múltiples estudios científicos, modificar los patrones de actividad
cerebral.
Este tema del estrés y su incidencia notoria en nuestra salud la voy a exponer en las sucesivas publicaciones de la revista ya que no sólo el estrés influye en la Salud física, sino también en la salud mental, emocional y espiritual.
Os puedo hablar de estrés con conocimiento de causa ya que durante muchos años he sufrido en primera persona los efectos del estrés crónico. Recuerdo cuando inicié en mi empresa familiar, tras mi licenciatura de LADE, cuando fui mamá, con la necesidad de estar al 100% para cumplir mis expectativas de mamá perfecta y ya no os cuento cuando diagnostican a mi único hijo de Autismo y Epilepsia, os podéis imaginar que mis niveles de estrés estaban desbordados.
Es por esto que después de 10 años en este camino me reinventé, soy Coach de Salud de gestión de vida y bienestar, experta en Nutrición Holística, en gestión del estrés, Mindfulness y meditación. Ahora me dedico a acompañar principalmente a mujeres y mamis a gestionar mejor su estrés, a empoderarse, a mejorar sus hábitos y que así puedan recuperar su peso ideal, tener más energía, más ánimo, dormir mejor, tener la piel mas luminosa y firme. En definitiva, que puedan vivir su misma realidad con menos estrés, de forma más sana, con calma y plenitud interna.
El estrés lejos de ser una enfermedad, es una respuesta fisiológica útil y
eficiente que únicamente resulta nociva en determinadas circunstancias.
El cerebro controla la respuesta de estrés mediante dos mecanismos:
1. La activación del sistema nervioso autónomo.
El sistema nervioso simpático, que controla la secreción de las hormonas como la adrenalina y
la noradrenalina, responsables de incrementar rápidamente el funcionamiento de diversos
órganos como el corazón. Otra parte que participa en el estrés es el sistema nervioso
parasimpático que se encarga de reducir la actividad de diversos sistemas corporales.
2. La secreción de hormonas.
La principal hormona del estrés es el cortisol. Sus funciones
incluyen la regulación del nivel sanguíneo de glucosa. El objetivo del
incremento de cortisol es facilitar la supervivencia, ya que su secreción
puntual facilita al organismo disponer de un aporte extra de energía,
incrementa la actividad del sistema inmunitario, reduciendo la sensibilidad al dolor
y mejorando la atención y la memoria.
Sin embargo, lo que caracteriza a una verdadera respuesta de estrés es
el tiempo que tardan estos sistemas en volver a su estado de equilibrio, de ahí la importancia
de tener buenos hábitos saludables que incluya alimentación antiinflamatoria, actividad física y
relajación principalmente.
Diversos estudios han demostrado que la incapacidad del organismo humano para controlar
los estresores sociales y psicológicos pueden desencadenar:
- alteraciones cardiovasculares,
- hipertensión,
- úlcera péptica,
- dolores musculares,
- asma,
- jaquecas,
- pérdida de la calidad de vida,
- depresión y otros problemas de salud
Las consecuencias negativas para la salud pueden afectar a todos los
sistemas del cuerpo y, por tanto, pueden incluir:
– Síntomas digestivos como dolor de estómago, diarrea o estreñimiento.
– Problemas dermatológicos como dermatitis, alopecia areata o prurito
psicógeno.
– Aumento de la presión sanguínea, aceleración del corazón o la acumulación
de grasa en los vasos sanguíneos: factores de riesgo para las
enfermedades cardíacas.
– Incremento los niveles de azúcar en la sangre facilitando el aumento de
peso o la obesidad, que aumentan el riesgo de diabetes o de enfermedad
cardiovascular.
– Activación excesiva del sistema inmune y empeoramiento de los síntomas
de enfermedades autoinmunes (inflamación)
– Síntomas relacionados con el sistema nervioso (ansiedad, depresión,
problemas de memoria o dificultad para tomar decisiones).
El estrés no depende exclusivamente del grado de estimulación ambiental, sino de cómo el
organismo percibe, interpreta y gestiona las reacciones ante estos estímulos.
Es por todo lo expuesto que le recomiendo acudir a un especialista si observa algunos de los posibles síntomas que el estrés puede activar. A través de una adecuada alimentación, una suplementación natural que ayude a reducir el cortisol, a bajar la inflamación interna, actividad física y rutina de meditación puede mejorar, todas mis alumnas lo han conseguido y gozan de buena salud, calma y bienestar.
Si quiere más información o resolver alguna duda estoy a su disposición a traves de mi página de contacto